EL
CINE ES CARÍSIMO
Desde
niño soy muy aficionado al cine . Mi padre nos proyectaba, a los
hijos (9) y sus amigos , casi todas las semanas , películas, incluso
del cine mudo , en blanco y negro y color , de Charlot , del Gordo y
del Flaco , de Rintintin , Lassy , etc. Más tarde, de chaval, me
acuerdo de ir, con los amigos, prácticamente dos o tres veces a la
semana, a ver las películas que se proyectaban en las seis salas
que durante mucho tiempo existían en Lugo , eso si, casi siempre ,en
“general “, con bancos de madera corridos , que costaba una
peseta ( unos 0,006 €) . Salvo las “españoladas”, las de amor
y los dramones , nos papábamos todas las pelis americanas del Oeste
, de guerra , de risa , las americanas , italianas , francesas e
inglesas, en blanco y negro y en color. Muchas de aquellas películas
son , para mi, inolvidables, y aún hoy , cuando las encuentro en
Canal +, las vuelvo a ver con admiración y cierta nostalgia .
Confieso que con el cine español tengo ciertos reparos y prejuicios,
y desde aquella época soy muy prudente y selectivo, a la hora de ver
películas españolas .
En
mi época de estudiante universitario, seguí cultivando esta afición
, aunque tengo que confesar que el término cultivar me parece
excesivo para ciertas experiencias en aquellas inefables sesiones
continuas en que las motivaciones eran más “ cínicas”, ya que
tenían por objeto el “meter mano” en las filas de atrás ,
llamadas de los mancos , único sitio “ permitido “ para aquellos
desahogos , en aquella España pacata, que se escandalizaba por un
simple beso o un abrazo en público. ¿ Salidos ? No ¡ Éramos unos
héroes !
Un
año en Roma , como funcionario, formándome en la Universidad de
Roma, en Economía Europea , casi me obligó a “especializarme “
en el magnífico cine italiano y en Opera italiana.
Hoy
sigo siendo un aficionado al cine , pero no voy al cine en el sentido
de que el cine no lo veo en las salas de proyección , por dos
motivos fundamentales : por comodidad y por que es carísimo . Mi
vicio lo cultivo por el sustitutivo de la televisión por satélite ,
que no es lo mismo que sentarte en tu cómoda butaca , con una
pantalla grande un magnífico sonido , silencio a tu alrededor, etc.
Todo esto lo hace invatible ante la alternativa de ver las pelis en
casa, por mucho que mejoren las teles en calidad de imagen , tamaño
, sonido, la posibilidad de elección de títulos , verlos en versión
original o doblados, la posibilidad de programar el visionado cuando
quieras , gravarlo , parar el visionado , e incluso verlos por el
teléfono o en el ordenador , etc. y ya no me refiero a las
prácticas de bajar por internet, gratis o pagando , cualquier
título estrenado o incluso a punto de estrenarse, que se te pueda
ocurrir o comprarlo en CD, en tiendas o de matute , a los negritos .
Si
todas esas alternativas de ver una película en las salas de
proyección, no me producen las mismas sensaciones , cabe formularse
la pregunta ¿ por que no vas más a menudo ? , la respuesta es
rápida y contundente :¡ Es que es carísimo ! . Y eso que yo soy un
jubilado y no como palomitas, ni bebo coca cola , ni todo eso que,
como además hace ruido , me molesta bastante . Por eso tengo que
recurrir a la tecnología que me permite solucionar diariamente , en
casa , mi mono “cínico “, aceptablemente .
Pero
de vez en cuando me desplazo a la única multisala que queda en Lugo
, atraído por una obra precedida de una critica excelente , y/o por
haber obtenido un premio cinematográfico importante, por lo que voy,
por la semana y con tiempo , esperando tener que hacer cola para
sacar las entradas y soportar un llenazo, acorde con la importancia
de la película. Increiblemente me asombro siempre, por que alguna
vez he estado yo solo, o con tres , cuatro o cinco personas más
, bailando en una de las 8 salas, de un aforo importante. También,
inevitablemente, por deformación profesional, hago un cálculo de
los ingresos por entradas obtenidos y hago siempre el mismo
razonamiento preguntándome. ¿ cuanto más ingresarían si bajaran
los precios de las entradas? , pregunta que comento con mi mujer
siempre, cuando llego a casa .
Desconozco
el negocio de la proyección cinematografica pero intuyo que tiene
unos gastos fijos importantes : alquileres de locales, limpieza,
alquiler de películas, electricidad , climatización , salarios ,etc
que ocurren con independencia del número de espectadores y unos
gastos variables relativamente reducidos : derechos de autor (3%) ,
alquiler de películas, IVA(21%) etc, , por lo que el beneficio de
las salas de proyección cinematográficas dependerá
fundamentalmente de la caja que realicen, esto es : precio de las
entradas, por número de espectadores .
Aunque , desde fuera, la
experiencia me dice que elucubrar sobre una empresa , uno tiene casi
la certeza de equivocarse, pensaba que la demanda de entradas era
muy elástica respecto al precio , esto es, por ejemplo, que si
bajamos a la mitad el precio , la venta de entradas sería mucho más
del doble, y por tanto aumentaba la recaudación total , era
intuición, pero no sabía en que medida respondería la demanda de
entradas ante una bajada en el precio de las entradas . Pensaba , por
tanto, que mantener por pelotas el precio de las entradas alto, era
una política suicida y que, a parte de cuestiones de evolución
tecnológica y modificación de las costumbres, son una de las
variables explicativas del cierre de miles de salas de proyección en
toda España, mercado dominado hoy por las grandes cadenas de
proyección cinematográfica .
Hoy
las cosas han cambiado y empieza a apreciarse una tendencia en la
rebaja drástica del precio de las entradas . Promociones , días del
espectador , fiestas del cine etc., eran solo tanteos de la guerra
que se avecina y que se librará en dos frentes : el tecnológico
principalmente con la digitalización de las pantallas y el
económico , reduciendo el precio de las entradas , con el objetivo
de recuperar a los espectadores, que han caído en picado , en una
palabra :¡ hay que hacer caja !
El
pasado 21 de octubre me entero que durante tres días, las entradas
de cine van a estar a 2,90€ y acompañado por mi mujer y una amiga,
nos apresuramos a organizar una excursión cinéfila a Las Termas
por que echaban dos o tres pelis interesantes. Salimos con tiempo,
más de media hora, porque supusimos que habría cola para sacar las
entradas , y cual no sería nuestra sorpresa, al acercarnos a la
entrada del complejo comercial, que estaba abarrotado de gente ,
desde la misma puerta , llenando el inmenso hall . Pensé que era la
cola para las taquillas y me puse respetuosamente en mi sitio ,
mientras mi mujer y nuestra amiga iban a explorar por el inicio de
la cola , regresando inmediatamente ojipláticas , no era la cola de
las taquillas , ¡ era la cola de la entrada en las salas !, ¡ en
las taquillas no había cola, por que no había entradas ! y ¡ todo
el mundo a mi alrededor ya había sacado anticipadamente la entrada
por internet ! .
Mientras
nos tomábamos unos refrescos comentaba con mi amiga mi teoría que
mi mujer había oído muchas veces bajando el precio de las entradas
, se dispara el número de expectadores y, por tanto, de ingresos .
Luego me enteré que esta Fiesta del cine se había organizado en
toda España en una acción coordinada por unas cadenas de salas de
proyección que suponían el 75% del parque nacional (323 cines con
2.924 pantallas) y que el número de espectadores se había
multiplicado por siete , respecto a los mismos días : lunes ,
martes y miércoles de la semana anterior . Mi tesis de que la
demanda era muy elástica respecto al precio , se confirmó, y
sacamos también otra conclusión, los viejos aficionados tenemos que
ponernos las pilas y, abandonando costumbres atávicas , utilizar la
tecnología para sacar las entradas.
En
noviembre se lanzó otra promoción a 3€ la entrada, por otras dos
cadenas importantes, con una respuesta contundente . A partir de ese
momento la guerra de precios está planteada, por lo menos , en las
grandes ciudades , con promociones atractivas y una bajada
generalizada de los precios en todas las salas del país, si quieren
recuperar espectadores y hacer caja .
La
sociedad española ha ido cambiando en estos últimos 60 años que
soy espectador habitual de cine y las salas que no se han adaptado a
las exigencias del público, han ido cerrando y sus magníficos
solares, dedicados a viviendas ( yo mismo vivo en donde estaba el
cine España ); han cambiado también las costumbres , hoy las
parejas no necesitan ir al cine para meterse mano , si no que van a
ver la película, insólito en otras épocas épicas ; tampoco hay
que ir al cine por que hace frío o calor fuera, ya que casi todos
los establecimientos públicos , están climatizados, etc, etc
La
distribución cinematográfica tendrá que adaptarse a la situación
social y económica , al avance y generalización de otros soportes
de cine , digitalización de pantallas, aplicación de sofisticadas
técnicas de marketig,etc, si se quiere frenar la sangría que supone
el continuo cierre de salas de proyección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario